El párkinson no entiende de sexo ni raza o, al menos, es lo que, hasta el momento, sostenían los expertos. En los últimos años, han sido muchos los investigadores que han estudiado la prevalencia de la enfermedad en distintas razas.

Científicos del Departamento de Genética de la Universidad de Tel Aviv y del hospital Ijilov han concluido recientemente en un estudio que los askenazíes (judíos de origen centroeuropeo) tienen en su ADN una variante genética que podría servir de protector para no padecer párkinson. Según este estudio realizado a 1.360 personas de ese origen (sanas y afectadas), tendrían un 30 por ciento menos de probabilidades de sufrir la enfermedad. Tan sólo dos semanas más tarde, Archives of Neurology publicó un estudio realizado por la Dra. Allinson Willis de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis, a 138.000 pacientes con párkinson durante un periodo de 6 años. La principal conclusión fue que los pacientes de raza negra sufrían mayor tasa de mortalidad: un 66 por ciento frente al 55 por ciento de los hispanos y el 51 de los asiáticos. Además, este índice se incrementaba en un 78 por ciento en el caso de los pacientes varones negros con enfermedad de Parkinson. Pero, un año antes, y con una muestra de más de 15.000 pacientes
 pertenecientes a 23 centros e 15 países diferentes, neurocientíficos de la Clínca Mayo, en Florida, descubrieron que existía una variante genética que podría reducir el riesgo de padecer párkinson en un 20 por ciento. Según esta investigación, poseer el gen LRRK2 implicaba duplicar el riesgo de sufrir la enfermedad entre los caucásicos y los asiáticos.


¿El párkinson entiende de razas? A la espera de estudios más concluyentes, lo que sí es evidente es que, a pesar de que pueda influir más en algunas zonas del planeta, la etiología de enfermedad de Parkinson sigue siendo desconocida.