
Los estudios realizados en los últimos años demuestran que se libera dopamina tanto por sensaciones placenteras como por estrés, dolor o pérdidas. “Está tan implicada en lo negativo como en lo positivo, pero se han sesgado mucho las investigaciones para solo incidir en lo positivo”, explica Correa. El artículo plantea una revisión del paradigma basada en datos de diversas investigaciones, incluidas las realizadas durante las últimas dos décadas por el grupo de la UJI en colaboración con John Salamone de la University of Connecticut en Estados Unidos, sobre el papel de la dopamina en la conducta motivada en animales.
En concreto, en los estudios realizados con roedores, se ha demostrado que un animal con unos niveles normales de dopamina se esfuerza para conseguir una recompensa más valiosa a pesar de poder acceder sin ningún trabajo a una menos valiosa. Sin embargo, si se reducen los niveles de dopamina, el animal toma únicamente el alimento o la recompensa que no le supone esfuerzo y renuncia a alcanzar otra más valiosa. En el caso de la adicción, la dopamina está elevada durante el esfuerzo anticipado que un animal tiene que hacer hasta conseguir la droga. “No está regulando lo que el animal siente cuando toma la droga, si no que está provocando que persevere hasta conseguirla”, explica la investigadora.
El nivel de dopamina depende de individuos, por lo que hay personas más perseverantes que otras para alcanzar una meta. “La dopamina lleva a mantener el nivel de actividad para conseguir lo que se persigue, por lo que en principio es positiva, sin embargo, siempre dependerá de los estímulos que se busquen. Es válido tanto si el objetivo es ser bueno en los estudios como si el fin es el consumo de drogas de abuso, vale para la motivación normal y para la patológica”, señala Correa. Los elevados niveles de dopamina también explicarían la conducta de los denominados buscadores de sensaciones. “Lo que la dopamina regula no es que lo vivido les produzca más placer, sino que están más motivados para actuar. La producción de dopamina se ha confundido durante mucho tiempo con la satisfacción, pensando que provoca que estas personas sientan más, cuando lo que hace es que sean más activos”, indica.
La falta de energía y motivación está también relacionada con otros síndromes que presentan fatiga mental como el párkinson.
En el caso opuesto, en los desajustes al alza, la dopamina podría estar implicada en problemas de conductas adictivas, que llevan a una actitud de perseverancia compulsiva. En este sentido, Correa indica que los antagonistas dopaminérgicos que se han aplicado hasta ahora en problemas de adicciones probablemente no han funcionado porque no se ha hecho un planteamiento adecuado del tratamiento al partir de una comprensión errónea del funcionamiento de la dopamina y es que “ahora sabemos que no está regulando las emociones, como establecía la creencia general, sino la motivación para satisfacerlas”.